Será porque me encanta soñar, será porque no paro de fantasear, será ..... será por ello que lo cambié para que nuestra Lechera, siga deseando, siga anhelando, siga siendo feliz con sus sueños para que algún día se hagan realidad.
Aquí está mi versión:
En un precioso pueblecito parecido al nuestro, hace mucho tiempo, vivió una chica con su familia en una pequeña granja en la que tenían dos vacas. La chica las ordeñaba y vendía la leche en el mercado de la plaza, por eso todo el mundo la conocía como La Lechera.
Ella
pensaba que sus vacas daban la mejor leche de todo el pueblo, un día que iba camino del mercado para vender la leche
comenzó a pensar:
-
Esta leche es muy rica, dará mucha nata,
podría batirla muy bien hasta que se convierta en una mantequilla blanca y
sabrosa, que también puedo vender en el mercado.
Con el dinero que me den, me
compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré muchos pollitos, que se
pasarán el verano piando en el corral, se convertirán en gallinas y alguno en
gallo que me darán más huevos y más pollitos.
Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un cerdito, le daré muy bien de comer y cuando esté gordito lo venderé.
Con lo que saque me compraré una ternera, …. ¡Qué maravilla, así conseguiré tener mi propia granja!
Estaba
tan contenta que no vio una rama que había en el suelo, tropezó y cayó, la
leche se desparramó por la tierra y el cántaro se hizo añicos.
¡Adiós
a los pollitos, adiós a las gallinas, adiós al cerdito, adiós a la ternera y …
adiós granja!
La
lechera se quedó mirando aquel estropicio, “qué
barbaridad, con lo que me ha costado llegar hasta aquí”, de repente se le
ocurrió una idea, se quedo mirando los trozos del cántaro en el suelo y pensó:
- “puedo recogerlos y hacer un bonito puzzle
para mi hermana, a ella le encanta montar y desmontar puzzles, eso es, me
llevaré los trozos, los pintaré y haré un precioso juguete”
Luego
miró la leche y sin perder el ánimo se dijo:
- mañana, cuando ordeñe las vacas, no debo olvidar quedarme con leche en
casa, así tendré leche para vender y leche para hacer la mantequilla más rica
que nadie haya probado jamás, de manera que la venderé a buen precio, con lo
que saque compraré un gran carro .…….”
Y
volvió a casa con los bolsillos llenos de trozo de cántaro y su cabeza llena de
sueños.
Vaya que sí!!! De verdad, que me pasaba lo mismo con este cuent. Cuando lo escuchaba sentía que mi carácter emprendedor se podría topar con el mismo muro fatídico con el que se había topado la lechera.
ResponderEliminarSí y sí!. Ya sé que no todo me sale como había planeado al principio pero eso sólo significa que para la próxima vez que vaya con mi cántaro, tendré que tener en cuenta todas esas variables con las que no contaba al principio y que me hicieron caer.
¿Sabes una cosa Lu? Lo mejor es de esta y otras de tus versiones de clásicos, es que nos enseñas a ver de forma distinta.
Ciaito!
Me ha emocionado mucho esta versión del cuento, tienes razón, por mucho que se haya roto el cántaro no hay que perder el ánimo, siempre se puede seguir soñando.
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