Cuentan que una noche, cuando se escondió el sol y la luna
salió a buscarle, el juego se interrumpió porque la luna no veía.
Las niñas
y niños se iban quedando dormidos, las estrellas se iban encendiendo y, sin
embargo, no podía verse su precioso brillo.
La Luna se quedó
mirando el cielo, y vio cómo unas nubes se acercaban tapándolo todo.
- Nubes, por favor, ¿podéis iros a otra parte?, no veo nada. -dijo la Luna
- No, no nos vamos a mover, aquí estamos fenomenal- le
contestaron las nubes.
La Luna pensó en lo que podía hacer, y recordó que el viento
mueve a las nubes de un sitio a otro, así que, comenzó a soplar con fuerza,
pero de nada le sirvió, volvió a soplar, y tampoco.
Mientras tanto las nubes se reían del esfuerzo que la Luna
estaba haciendo y del poco resultado que obtenía.
Entonces la luna recordó algo.
- Lobo, lobo. ¿Puedes venir?, te necesito.- gritó la Luna.
El lobo apareció y la Luna le contó el problema que tenía, al momento se escuchó decir al lobo:
- Nubes, apartaos de ahí como os ha pedido la luna.
- Nooooooo.
- Pues soplaré y soplaré y de ahí os echaré.
- Nosotras no somos los tres cerditos, venga sopla, sopla,
que nos vamos a reír – le contestaron
Y el lobo sopló y sopló y a las nubes echó.
De nuevo pudo verse a las hermosas estrellas lucir su brillo
con entusiasmo.
- Gracias lobo, eres un gran amigo – dijo la Luna.
- De nada Luna, cada noche vendré a verte por si me
necesitas- le contestó el lobo.
Y desde entonces se puede escuchar al lobo todas las noches
aullando a la luna.
En la pestaña -Razón de ser- explico cómo surgió esta historia.
En la pestaña -Razón de ser- explico cómo surgió esta historia.
Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu auuuuuuuuuuuuuuuuuu! dijo Ariadna cuando le leí el cuento.
ResponderEliminarComo siempre genial nena!!!
Muaaks.
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