Aquella mañana hacía un sol radiante, había amanecido despejado, era un precioso sábado de otoño, mamá cogió a Lenon, nuestro perro, y se fue a pasear, había quedado con su amiga Susana y con su preciosa perra Kenia. Cuando llegaron al campo pudieron ver que había cazadores por todos lados,
- vaya, ha comenzado la temporada de caza, qué lástima Lenon, hoy no podremos soltaros
Continuaron el paseo charlando y riendo, al cabo de un rato llegaron a un campo grande, muuuy graaande, miraron a un lado, a otro,- parece que no hay nadie, ¿verdad?, yo creo que aquí podemos soltarles- dijo Susana, y dicho y hecho, soltaron las correas de Lenon y de Kenia.
Los dos perros se miraron y comenzaron a correr Lenon decía –guauguauguau- que en su lenguaje significa “vamos Kenia a jugar” y Kenia contestaba –ggrguauggrguau- que significa “ya voy, espera, que no veo”. Saltaban las cepas, olisqueaban cualquier cosa que encontraban, esquivaban obstáculos y corrían de acá para allá.
Mamá y su amiga continuaron el paseo charlando muy animadamente, tanto, que no se dieron cuenta de que en lo alto de una loma había 3 cazadores con sus galgos,
- Kenia, Kenia, ven- gritó Susana, y Kenia vino corriendo a su lado, -buena chica- y la ató.
Mamá miró buscando a Lenon, pero era tarde, Lenon iba corriendo deprisa, muy deprisa detrás de un conejo. El conejo corría –tui, tui, tui- y Lenon detrás –patam, patam, patam-, el conejo cada vez se iba alejando más de Lenon, y miraba con un sonrisa burlona –no me vas a coger, no me vas a coger- , y Lenon le decía –espera, que quiero jugar, espera-.
Los cazadores también soltaron a sus siete galgos que comenzaron a perseguir al conejo. El conejo cuando los vio, abrió los ojos como nunca antes lo había hecho –mamaaaa, mamaaaa, que me cogen-, los galgos sobrepasaron a Lenon –tacatátacatátacatá- y Lenon –patam, patam, patam-, cuando casi le habían alcanzado, el conejo llegó a su madriguera.
Entró en su casa y cerró la puerta de golpe, asustando a la mamá coneja que estaba leyendo, no paraba de resoplar, la mamá coneja sobresaltada le dijo –¿se puede saber por qué vienes tan nervioso?-
- mamá, mamá, es que…, venían detrás de mí un montón de perros!!!
- ¿cómooooo?, cuántas veces tengo que decirte que “los días de caza no salgas de casa”
- ya mamá, pero hacía tan buen día que yo… pensé que…
Los galgos dieron media vuelta para volver con los cazadores y se encontraron con Lenon que les dijo –dónde vais-, -nos vamos con nuestros amos- contestaron los galgos, -¿puedo ir con vosotros?- y comenzó a correr junto a ellos.
Mamá que le ve le grita: -Lenon, ¿adónde vas?, ven aquí- y Lenon se va corriendo con una sonrisa de oreja a oreja hacia ella.
- Anda grandullón, que menudo susto le habéis dado al pobre conejito.
Sin duda, había sido un gran día para Lenon y el conejo.
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